Hora Intermedia
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
El trabajo nos urge,
nos concentra y astilla.
Poco a poco, la muerte
nos hiere y purifica.
Señor del universo,
con el hombre te alías.
En nuestra actividad,
tu fuerza cómo vibra.
Señor de los minutos,
intensa compañía.
Gracias por los instantes
que lo eterno nos hilan.
Gracias por esta pausa
contigo en la fatiga.
Contigo hay alegría. Amén.
SALMODIA
Ant. 1. José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía de él.
Salmo 118, 41-48
VI (Vau)
Señor, que me alcance tu favor,
tu salvación según tu promesa:
así responderé a los que me injurian,
que confío en tu palabra;
no quites de mi boca las palabras sinceras,
porque yo espero en tus mandamientos.
Cumpliré sin cesar tu voluntad,
por siempre jamás;
andaré por un camino ancho,
buscando tus decretos;
comentaré tus preceptos ante los reyes,
y no me avergonzaré.
Serán mi delicia tus mandatos,
que tanto amo;
levantaré mis manos hacia ti
recitando tus mandatos.
Ant. José y María, la madre de Jesús, estaban admirados por lo que se decía de él.
Ant. 2. María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Salmo 39, 2-14. 17-18
EL JUSTO ESPERA EN EL SEÑOR
No quieres sacrificios ni ofrendas, pero me has preparado un cuerpo (Heb 10, 5).
I
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito:
me levantó de la fosa fatal,
de la charca fangosa;
afianzó mis pies sobre roca,
y aseguró mis pasos;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Muchos, al verlo, quedaron sobrecogidos
y confiaron en el Señor.
Dichoso el hombre que ha puesto
su confianza en el Señor,
y no acude a los idólatras,
que se extravían con engaños.
Cuántas maravillas has hecho,
Señor, Dios mío,
cuántos planes en favor nuestro;
nadie se te puede comparar.
Intento proclamarlas, decirlas,
pero superan todo número.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio,
entonces yo digo: "Aquí estoy
-como está escrito en mi libro-
para hacer tu voluntad".
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas.
Ant. María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Ant. 3. Mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos
TERCIA
ORACIÓN
Concede, Señor, a tu pueblo perseverancia y firmeza en la fe, y a cuantos confiesan que tu Hijo, Dios de gloria eterna como tú, nació de Madre Virgen con cuerpo como el nuestro, líbralos de los males de esta vida y ayúdales a alcanzar las alegrías eternas. Por nuestro Señor Jesucristo.
SEXTA
ORACIÓN
Concede, Señor, a tu pueblo perseverancia y firmeza en la fe, y a cuantos confiesan que tu Hijo, Dios de gloria eterna como tú, nació de Madre Virgen con cuerpo como el nuestro, líbralos de los males de esta vida y ayúdales a alcanzar las alegrías eternas. Por nuestro Señor Jesucristo.
NONA
ORACIÓN
Concede, Señor, a tu pueblo perseverancia y firmeza en la fe, y a cuantos confiesan que tu Hijo, Dios de gloria eterna como tú, nació de Madre Virgen con cuerpo como el nuestro, líbralos de los males de esta vida y ayúdales a alcanzar las alegrías eternas. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
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