23
MAY
2022

Virgen María, ejemplo de maternidad para la Iglesia Católica



En este mes de las madres, recordamos las virtudes de nuestra madre celestial, quien acogió la buena noticia, para llevar en su vientre la salvación de los hombres. Fue este acto de entrega total la redención de la humanidad, gracias a un amor inmenso llamado maternidad. 

De este modo, «la santísima Virgen, por el don y la función de ser Madre de Dios, por la que está unida al Hijo Redentor, y por sus singulares gracias y funciones, está también íntimamente unida a la Iglesia» pues el mismo Dios la escogió de entre todas las mujeres para cumplir su palabra y la nombró “llena de Gracia”, es decir, le concedió el don gratuito de la santidad y la obediencia.

Es la madre de Jesús un ejemplo para toda la humanidad, no sólo madres o mujeres, también los hombres están llamados a imitar las virtudes de la Virgen, porque ella encerró en su vida las más grandes gracias que existen en el Evangelio: la prudencia, la humildad, la serenidad, la paz, la obediencia, la fortaleza, la diligencia, la sabiduría, cualidades que sin duda necesita la sociedad. 

Cada madre es un testimonio de resiliencia porque aún con los desprecios de un hijo, de un esposo o de otros, perdona las ofensas y practica el valor de  “saber guardar las cosas en el corazón” (Lc. 2, 51), pero también pone en práctica aptitudes como la paciencia, la laboriosidad y el sacrificio, muchas de ellas viven este último en silencio  por darlo todo para sus hogares y desde luego luchan con fuerza contra las situaciones de humillación o discriminación, a las que muchas veces están sometidas.

Es por esto que cada día debe ser un motivo para celebrar a las madres, no sólo en su día festivo o en un mes específico, es en todo momento de la vida de ellas, ya sea brindándoles un apoyo o amándolas con detalles, pues son la muestra más grande del amor de Dios. 

Tal como lo djo la Santísima Virgen a Sor Natalia Magdolna (1901-1992), religiosa húngara: –En el corazón de muchas madres arde el dolor. Se les oprime el corazón, por el estado espiritual de sus hijos, por su conducta inmoral, por el destino de su vida más allá de la muerte. Por amor hacia ellas, movida de compasión, alcancé con mis ruegos las cinco promesas. Que se consuelen, que ofrezcan con una entrega total todos los sucesos de su vida, porque el sacrificio ofrecido por los demás produce frutos de salvación para las almas. Además, no es posible aventajar el amor misericordioso de Dios. 

Que Dios les conceda siempre los dones de la Virgen María a todas las madres, para que sean un testimonio cristiano ante los hombres, guíen a las familias a la santidad y promulguen la buena noticia. 


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