Liturgia de las horas

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO

Nuestra Pascua inmolada, aleluya,
es Cristo el Señor, aleluya, aleluya.
 
Pascua sagrada, ¡oh fiesta universal!,
el mundo renovado
canta un himno a su Señor.
 
Pascua sagrada, ¡victoria de la cruz!
La muerte, derrotada,
ha perdido su aguijón.
 
Pascua sagrada,
¡oh noche bautismal!
 
Del seno de las aguas
renacemos al Señor.
 
Pascua sagrada, ¡eterna novedad!
Dejad al hombre viejo,
revestíos del Señor.
 
Pascua sagrada. La sala del festín
se llena de invitados
que celebran al Señor.
 
Pascua sagrada, ¡Cantemos al Señor!
Vivamos la alegría
dada a luz en el dolor.

SALMODIA

Ant. 1. Cristo se hizo pobre por nosotros para enriquecernos. Aleluya.

Salmo 40
ORACIÓN DE UN ENFERMO
Uno de vosotros me va a entregar: uno que está comiendo conmigo (Mc 14, 18).

Dichoso el que cuida del pobre y desvalido;
en el día aciago lo pondrá a salvo el Señor.
 
El Señor lo guarda y lo conserva en vida,
para que sea dichoso en la tierra,
y no lo entrega a la saña de sus enemigos.
 
El Señor lo sostendrá en el lecho del dolor,
calmará los dolores de su enfermedad.
 
Yo dije: «Señor, ten misericordia,
sáname, porque he pecado contra ti.»
 
Mis enemigos me desean lo peor:
«A ver si se muere y se acaba su apellido.»
 
El que viene a verme habla con fingimiento,
disimula su mala intención,
y cuando sale afuera, la dice.
 
Mis adversarios se reúnen a murmurar contra mí,
hacen cálculos siniestros:
«Padece un mal sin remedio,
se acostó para no levantarse.»
 
Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba,
que compartía mi pan,
es el primero en traicionarme.
 
Pero tú, Señor, apiádate de mí,
haz que pueda levantarme,
para que yo les dé su merecido.
 
En esto conozco que me amas:
en que mi enemigo no triunfa de mí.
 
A mí, en cambio, me conservas la salud,
me mantienes siempre en tu presencia.
 
Bendito el Señor, Dios de Israel,
ahora y por siempre. Amén, amén.

Ant. Cristo se hizo pobre por nosotros para enriquecernos. Aleluya.

Ant. 2. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios. Aleluya.

Salmo 45
DIOS, REFUGIO Y FORTALEZA DE SU PUEBLO
Le pondrán por nombre Emmanuel, que significa «Dios—con—nosotros» (Mt 1, 23).

Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza,
poderoso defensor en el peligro.
 
Por eso no tememos aunque tiemble la tierra
y los montes se desplomen en el mar.
 
Que hiervan y bramen sus olas,
que sacudan a los montes con su furia:
 
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
 
El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios,
el Altísimo consagra su morada.
 
Teniendo a Dios en medio, no vacila;
Dios la socorre al despuntar la aurora.
 
Los pueblos se amotinan, los reyes se rebelan;
pero él lanza su trueno y se tambalea la tierra.
 
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.
 
Venid a ver las obras del Señor,
las maravillas que hace en la tierra:
 
Pone fin a la guerra hasta el extremo del orbe,
rompe los arcos, quiebra las lanzas,
prende fuego a los escudos.
 
«Rendíos, reconoced que yo soy Dios:
más alto que los pueblos, más alto que la tierra.»
 
El Señor de los ejércitos está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob.

Ant. El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios. Aleluya.

Ant. 3. Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.

Cántico Ap 15, 3-4
CANTO DE LOS VENCEDORES

Grandes y maravillosas son tus obras,
Señor, Dios omnipotente,
justos y verdaderos tus caminos,
¡oh Rey de los siglos!
 
¿Quién no temerá, Señor,
y glorificará tu nombre?
Porque tú solo eres santo,
porque vendrán todas las naciones
y se postrarán en tu acatamiento,
porque tus juicios se hicieron manifiestos.

Ant. Cantaré al Señor, sublime es su victoria. Aleluya.

LECTURA BREVE Hb 5, 8-10

Cristo, a pesar de ser Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se ha convertido para todos los que le obedecen en autor de salvación eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote, según el rito de Melquisedec.

RESPONSORIO BREVE

V. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.
V. Al ver al Señor.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. Los discípulos se llenaron de alegría. Aleluya, aleluya.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Aleluya.

MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
 
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Aleluya.

PRECES

Invoquemos a Cristo, camino, verdad y vida, y digámosle:

Hijo de Dios vivo, bendice a tu pueblo.

Te rogamos, Señor, por los ministros de tu Iglesia: que, al partir para sus hermanos el pan de vida,
— encuentren también ellos, en el pan que distribuyen, su alimento y fortaleza.

Te pedimos por todo el pueblo cristiano: que ande, Señor, como pide la vocación a la que ha sido convocado,
— y se esfuerce en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz.

Te pedimos por los que rigen los destinos de las naciones: que cumplan su misión con espíritu de justicia y con amor,
— para que haya paz y concordia entre los pueblos.

Señor, que podamos celebrar tu santa resurrección con tus ángeles y tus santos,
— y que nuestros hermanos difuntos, que encomendamos a tu bondad, se alegren también en tu reino.

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 

ORACIÓN

Danos, Señor, una plena vivencia del  misterio pascual, para que la alegría que experimentamos en estas fiestas sea siempre nuestra fuerza y nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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