Liturgia de las horas

Vísperas

V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.

HIMNO 

Ángel fiel de la verdad,
precursor del que es la gracia,
mensajero de la luz,
de Cristo perenne lámpara.
 
Con la voz, vida y acciones,
profecías anunciaba,
añadiendo su martirio
a las señales sagradas.
 
Él, al nacer, descubrió
al que es del mundo esperanza,
y al propio autor del bautismo
señaló sobre las aguas.
 
De cuya muerte inocente,
que da la vida a las almas,
dio testimonio el Bautista
con su sangre derramada.
 
Concede, Padre piadoso,
seguir de Juan las pisadas,
para disfrutar con Cristo
de la eterna venturanza. Amén.

SALMODIA

Ant. 1. El Señor da la victoria a su Ungido.

Salmo 19
ORACIÓN POR LA VICTORIA DEL REY
Cuantos invoquen el nombre del Señor se salvarán (Hch 2, 21).

Que te escuche el Señor el día del peligro,
que te sostenga el nombre del Dios de Jacob;
que te envíe auxilio desde el santuario,
que te apoye desde el monte Sión:
 
que se acuerde de todas tus ofrendas,
que le agraden tus sacrificios;
que cumpla el deseo de tu corazón,
que dé éxito a todos tus planes.
 
Que podamos celebrar tu victoria
y en el nombre de nuestro Dios alzar estandartes;
que el Señor te conceda todo lo que pides.
 
Ahora reconozco que el Señor
da la victoria a su Ungido,
que lo ha escuchado desde su santo cielo,
con los prodigios de su mano victoriosa.
 
Unos confían en sus carros,
otros en su caballería;
nosotros invocamos el nombre
del Señor, Dios nuestro.
 
Ellos cayeron derribados,
nosotros nos mantenemos en pie.
 
Señor, da la victoria al rey
y escúchanos cuando te invocamos.

Ant. El Señor da la victoria a su Ungido.

Ant. 2. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Salmo 20, 2-8. 14
ACCIÓN DE GRACIAS POR LA VICTORIA DEL REY
El Señor resucitado recibió la vida, años que se prolongan sin término (S. Ireneo).

Señor, el rey se alegra por tu fuerza,
¡y cuánto goza con tu victoria!
Le has concedido el deseo de su corazón,
no le has negado lo que pedían sus labios.
 
Te adelantaste a bendecirlo con el éxito,
y has puesto en su cabeza una corona de oro fino.
Te pidió vida, y se la has concedido,
años que se prolongan sin término.
 
Tu victoria ha engrandecido su fama,
lo has vestido de honor y majestad.
Le concedes bendiciones incesantes,
lo colmas de gozo en tu presencia:
porque el rey confía en el Señor
y con la gracia del Altísimo no fracasará.
 
Levántate, Señor, con tu fuerza,
y al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Ant. Al son de instrumentos cantaremos tu poder.

Ant. 3. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

Cántico Ap 4, 11; 5, 9-10. 12
HIMNO A DIOS CREADOR

Eres digno, Señor Dios nuestro, de recibir la gloria,
el honor y el poder,
porque tú has creado el universo;
porque por tu voluntad lo que no existía fue creado.
 
Eres digno de tomar el libro y abrir sus sellos,
porque fuiste degollado
y por tu sangre compraste para Dios
hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación;
y has hecho de ellos para nuestro Dios
un reino de sacerdotes
y reinan sobre la tierra.
 
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría,
la fuerza y el honor, la gloria y la alabanza.

Ant. Has hecho de nosotros, Señor, un reino de sacerdotes para nuestro Dios.

LECTURA BREVE Hch 13, 23-25

Según lo prometido, Dios sacó para Israel de la descendencia de David un Salvador, Jesús. Y su precursor fue Juan. Ya éste, antes de presentarse Jesús, había predicado a todo el pueblo de Israel un bautismo como señal de arrepentimiento. Y, cuando estaba para terminar su misión, solía decir: «No soy yo el que vosotros os imagináis. Pero, mirad, viene otro después de mí; y yo no soy digno de desatar su calzado.»

RESPONSCRIO BREVE

V. El amigo del Esposo experimenta viva alegría cuando oye la voz del Esposo.
R. El amigo del Esposo experimenta viva alegría cuando oye la voz del Esposo.
V. Ésta es mi alegría, la cual ahora rebasa todo límite.
R. Cuando oye la voz del Esposo.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. El amigo del Esposo experimenta viva alegría cuando oye la voz del Esposo.

CÁNTICO EVANGÉLICO

Ant. Yo no soy el Mesías, sino que soy enviado delante de él; es preciso que él crezca y que yo disminuya.

MAGNIFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR

Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
 
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
 
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
 
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
-como lo había prometido a nuestros padres-
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.

Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.

Ant. Yo no soy el Mesías, sino que soy enviado delante de él; es preciso que él crezca y que yo disminuya.

PRECES

Oremos confiados al Señor, que eligió a Juan Bautista para anunciar a los hombres el reino de Cristo, y digámosle:

Guía, Señor, nuestros pasos por el camino de la paz.
 
Tú, Señor, que llamaste a Juan cuando estaba aún en las entrañas maternas y lo elegiste para que preparara los caminos de tu Hijo,
— danos ánimos para seguir siempre a Cristo con la misma fidelidad con que Juan lo precedió.
 
Tú que concediste al Bautista reconocer al Cordero de Dios,
— concede a la Iglesia anunciar a Cristo de tal manera que los hombres de nuestro tiempo puedan reconocerle.
 
Tú que dispusiste que Juan menguase y que Cristo creciera,
— enséñanos a saber humillarnos, para que brille Cristo a los ojos de los hombres.
 
Tú que, por el martirio de Juan, quisiste manifestar la justicia,
— concédenos testificar tu verdad con valentía, sin temor a la tribulación.

Se pueden añadir algunas intenciones libres.

Acuérdate, Señor, de los que han salido ya de este mundo,
— y colócalos en el reino de la luz y de la paz.
 
Dirijamos nuestra oración al Padre que está en los cielos, diciendo: 

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad  en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. 

ORACIÓN

Señor, Dios nuestro, tú has querido que san Juan Bautista fuese el precursor del nacimiento y de la muerte de tu Hijo; concédenos, por su intercesión, que, así como él murió mártir de la verdad y la justicia, luchemos nosotros valerosamente por la confesión de nuestra fe. Por nuestro Señor Jesucristo.

CONCLUSIÓN

V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.

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