Vísperas
V. Dios mío, ven en mi auxilio.
R. Señor, date prisa en socorrerme.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo
como era en el principio, ahora y siempre
y por los siglos de los siglos. Amén. Aleluya.
HIMNO
Blanco lirio, florecido,
la noche de Navidad,
en la cumbre del Calvario,
¡cómo te deshojarán!
El niño Jesús
lloraba, lloraba,
lo han circuncidado
y su sangre mana.
Canciones del cielo
María le canta
y, mientras lo arrulla,
lo baña en sus lágrimas.
Niñito, no llores.
Madre, el llanto acalla,
que por esta sangre
llega la esperanza,
que por este llanto
comienza la gracia,
que por esta muerte
renacen las almas.
SALMODIA
Ant. 1. Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.
Salmo 109, 1-5. 7
EL MESÍAS, REY Y SACERDOTE
Oráculo del Señor a mi Señor:
"siéntate a mi derecha,
y haré de tus enemigos
estrado de tus pies".
Desde Sión extenderá el Señor
el poder de tu cetro:
somete en la batalla a tus enemigos.
"Eres príncipe desde el día de tu nacimiento,
entre esplendores sagrados;
yo mismo te engendré, como rocío,
antes de la aurora".
El Señor lo ha jurado y no se arrepiente:
"Tú eres sacerdote eterno,
según el rito de Melquisedec".
El Señor a tu derecha, el día de su ira,
quebrantará a los reyes.
En su camino beberá del torrente,
por eso, levantará la cabeza.
Ant. Eres príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te engendré, como rocío, antes de la aurora.
Ant. 2. Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.
Salmo 129
DESDE LO HONDO, A TI GRITO, SEÑOR
Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica.
Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes respeto.
Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora;
porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos.
Ant. Del Señor viene la misericordia y la redención copiosa.
Ant. 3. En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.
Cántico Col 1, 12-20
HIMNO A CRISTO, PRIMOGÉNITO DE TODA CRIATURA Y PRIMER RESUCITADO DE ENTRE LOS MUERTOS
Damos gracias a Dios Padre,
que nos ha hecho capaces de compartir
la herencia del pueblo santo en la luz.
Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas,
y nos ha trasladado al reino de su Hijo querido,
por cuya sangre hemos recibido la redención,
el perdón de los pecados.
Él es imagen de Dios invisible,
primogénito de toda criatura;
pues por medio de él fueron creadas todas las cosas:
celestes y terrestres, visibles e invisibles,
Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades;
todo fue creado por él y para él.
Él es anterior a todo, y todo se mantiene en él.
Él es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia.
Él es el principio, el primogénito de entre los muertos,
y así es el primero en todo.
Porque en él quiso Dios que residiera toda plenitud.
Y por él quiso reconciliar consigo todas las cosas:
haciendo la paz por la sangre de su cruz
con todos los seres, así del cielo como de la tierra.
Ant. En el principio, antes de los siglos, la Palabra era Dios, y hoy esta Palabra ha nacido como Salvador del mundo.
LECTURA BREVE Rm 8, 3b-4
Dios envió a su propio Hijo, sometido a una existencia semejante a la de la carne de pecado. Así dictó sentencia de condenación contra el pecado, que ejercía su poder en la vida según la carne. De este modo la exigencia y el fin de la ley tuvieron cumplimiento en nosotros, que no vivimos la vida puramente natural según la carne, sino la vida sobrenatural según el Espíritu.
RESPONSORIO BREVEV. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
V. Y puso su morada entre nosotros.
R. Aleluya, aleluya.
V. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
R. La Palabra se hizo carne. Aleluya, aleluya.
CÁNTICO EVANGÉLICO
Ant. Por ti, Virgen María, han llegado a su cumplimiento los oráculos de los profetas que anunciaron a Cristo: siendo virgen, concebiste al Hijo de Dios y, permaneciendo virgen, lo engendraste.
MAGNÍFICAT Lc 1, 46-55
ALEGRÍA DEL ALMA EN EL SEÑOR
Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios mi salvador;
porque ha mirado la humillación de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí:
su nombre es santo
y su misericordia llega a sus fieles
de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo,
acordándose de su misericordia
—como lo había prometido a nuestros padres—
en favor de Abraham y su descendencia por siempre.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
Ant. Por ti, Virgen María, han llegado a su cumplimiento los oráculos de los profetas que anunciaron a Cristo: siendo virgen, concebiste al Hijo de Dios y, permaneciendo virgen, lo engendraste.
PRECES
Oremos, hermanos, a Dios Padre, que por su gran amor hacia nosotros nos ha enviado a su Hijo y digámosle:
Que la gracia de tu Hijo nos acompañe, Señor.
Dios de amor y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que te has compadecido de los que viven en las tinieblas,
— escucha las súplicas que te dirigimos por la salvación de todos los hombres.
Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra;
— bendice al pueblo cristiano y concédele abundancia de paz.
Padre de todos los hombres, encamina a los pueblos al conocimiento de Jesucristo
— y da a los gobernantes de las naciones la luz de tu Espíritu.
Tú que, en el nacimiento de tu Hijo, hiciste proclamar la paz en la tierra,
— concede la paz eterna a nuestros hermanos difuntos.
A pesar de que en el mundo existe el odio y la división, oremos a aquel que nos ha hermanado en Jesucristo, diciendo:
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
ORACIÓN
Dios y Señor nuestro, que nos has revelado por medio del apóstol san Juan el misterio de tu Palabra hecha carne, concédenos, te rogamos, llegar a comprender y a amar de corazón lo que tu apóstol nos dio a conocer. Por nuestro Señor Jesucristo.
CONCLUSIÓN
V. El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna.
R. Amén.
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